Los días de reflexión no son buenos, sirven para echar la vista atrás y recordar aquellos momentos que nunca volverán. Ver que ya no somos aquellos críos que veían la vida de color de rosa, los mismos que se retaban a dar un salto por la ventana para colarse en tu habitación. Podíamos con todo pero nunca pudimos con nada, y es que nos vencieron las tormentas, nos quedamos divagando en alta mar... Ha pasado tanto tiempo que ya ni sé lo que es echarte de menos, el olor de tu perfume, tu sonrisa mañanera, tu entrecejo enfadado... Ya sabes que mentir nunca ha sido mi fuerte.
Nunca entendí ni entenderé como dos personas que comparten tantos momentos, nunca más vuelven a saber nada de la otra, es un enigma que te dejo resolver a ti, a ti, que ni me leerás.
Has cambiado, yo también, todo cambia, y no me arrepiento, para estar dónde estoy ahora y ser lo que soy ha tenido que ir todo mal, porque aunque suene contradictorio no cambio mi presente para que tú estés en el. Tú y yo estamos destinados a no ser, siempre lo estuvimos, pero nunca quisimos verlo.